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Droga es toda sustancia cuyo consumo actúa sobre el sistema nervioso modificando el psiquismo, y su abuso produce diversas consecuencias tóxicas agudas y crónicas, entre ellas el estado de dependencia.
La dependencia a una sustancia se caracteriza por una adaptación psicológica, fisiológica y bioquímica, consecuencia del consumo reiterado de dicha sustancia. A medida que se establece la dependencia, el consumo se hace cada vez más necesario para evitar el síndrome de abstinencia, a la vez que puede producirse una disminución progresiva de los efectos de la droga. De esta forma, se producirá la necesidad de ir aumentando la dosis con el fin de alcanzar los efectos iníciales. A este fenómeno se le llama tolerancia.
El fenómeno de la tolerancia no se presenta en todas las drogas ni el organismo se acostumbra de igual modo a los distintos tipos de sustancias. Así pues, dependiendo de las sustancias y de las características propias del individuo se podrá generar una mayor o menor tolerancia frente a una sustancia.
Cuando consumimos drogas, los propios efectos de las sustancias alteran nuestra capacidad de ejercer un control sobre su consumo, es decir, alteran nuestra capacidad de análisis de la realidad y de toma de decisión sobre los consumos que realizamos.
Cuando se retira de forma brusca o se disminuye el consumo de una droga que ya ha producido dependencia, aparecen síntomas psíquicos y físicos diferentes según la sustancia. A este conjunto de síntomas se le llama Síndrome de Abstinencia. Algunos síndromes de abstinencia requieren atención médica, como es el caso del alcohol y los barbitúricos. Otras sustancias provocan síndromes de abstinencia, que en muchos casos no presentan signos muy marcados o aunque los presente no reviste riesgo para el consumidor.
La mayor parte de las drogas ilegales se presentan mezcladas con otros componentes (adulterantes).
El objetivo de esta práctica habitual, es conseguir mayor beneficio económico de la venta de la sustancia. Con la misma cantidad, se consiguen más dosis. Estos adulterantes varían según la droga y pueden producir daños difíciles de predecir, incluso más perjudiciales que la propia droga. Algunos de estos adulterantes son: cafeína, lactosa, talco, tiza, yeso, polvos de limpieza, etc.
La respuesta sería NO. Se puede usar una droga y no necesariamente este consumo tiene que derivar en un problema con dicha sustancia. Pero, ¡cuidado!, la adicción a una sustancia es un proceso, por lo tanto, un uso inicial puede derivar en un abuso o en un problema de drogodependencia, es decir, todo contacto con una sustancia aumenta el riesgo de consumos problemáticos en el futuro.
La drogodependencia afecta a aspectos físicos, psicológicos y sociales del individuo, a la salud en general, por lo que sí puede considerarse una enfermedad. Sin embargo, cuenta con un aspecto peculiar: la decisión sobre el consumo y la responsabilidad del individuo son vitales, tanto en las situaciones de inicio, como en el mantenimiento y en el posible tratamiento.
El consumo de varias sustancias, mezcladas o consumidas alternativamente, multiplica los riesgos. Esta pauta de consumo, conocida como policonsumo, es la más habitual. De hecho, es difícil encontrar personas que consuman una única sustancia, aunque sí es frecuente que se consuma una de ellas de forma principal.
Se produce, bien cuando se toma una cantidad excesiva de una sustancia que el organismo no consigue asimilar, o por la toxicidad de alguno de sus componentes/adulterantes. La intoxicación aguda requiere una intervención sanitaria urgente.
Cuando se produce una intoxicación aguda, estamos ante un caso de sobredosis. La sobredosis se produce cuando introducimos más sustancia en el organismo de la que éste es capaz de metabolizar. De esta forma, se puede llegar a estados graves de salud (ej. coma) e incluso a la muerte.
Las drogas han sido clasificadas de diversas maneras, pero la clasificación con mayor aceptación se basa en los efectos sobre el Sistema Nervioso Central, y como consecuencia, sobre el cerebro y el resto del organismo. Así las sustancias se dividen en: depresoras (atenúan o inhiben su funcionamiento), estimulantes (aceleran su funcionamiento) y perturbadoras (alteran su actividad y la percepción de la realidad).
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