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Coca ¿cuál es el área que ocupa las cocaleras actualmente en producción?

Versiones contrapuestas sobre el área cocalera en producción y, al mismo tiempo, expresiones de preocupación por el incremento del precio de la coca y, por cierto también por el aumento del consumo de cocaína en el país, han colocado en primeras planas el impacto real de la política antidrogas y la sostenibilidad de los proyectos de desarrollo alternativo que se vienen ejecutando.

A principios de mes la embajada de los Estados Unidos informó que el área cocalera en producción disminuyó por cuarto año consecutivo, pasando de 51,000 has a 38,700 has entre enero y diciembre de 1999, lo que representaría una reducción de 24%. Según la fuente, esta disminución se debió a la eliminación de 13,800 has mediante erradicación o abandono. De ese total cerca de la mitad (6,200 hás) corresponden al Alto Huallaga, 4,600 has a la zona de Aguaytía/Pachitea y 1,200 has al Valle del Apurímac.

¿Cuál es el área de plantaciones de coca abandonadas que pueden ser rehabilitadas?

La embajada norteamericana ha explicado que estos cálculos se basan en el monitoreo satelital, análisis aerofotográfico y observaciones de campo. Pero las publicitadas cifras han sido cuestionadas por los estudiosos de la problemática cocalera Roger Rumrrill y Hugo Cabieses, quienes señalan que la fuente norteamericana no han tomado en cuenta el área recuperada por la reactivación de plantaciones abandonadas en vista de que los precios de la hoja de coca registran un crecimiento sostenido desde 1998 mientras que caen los de los productos alternativos.

¿Cuál es la extensión de cocales instalados que habiendo sido abandonados pueden ser rehabilitados? Existen cocales abandonadas hace más de cuatro años cuya recuperación resultaría difícil y costosa por haber sido invadidos por el bosque. Sin embargo, de acuerdo a la misma información de la embajada norteamericana en 1996 el área en producción se extendía sobre 94,400 has y en 1998 en 51 mil has. Descontando las 12,500 has que en este periodo fueron físicamente erradicadas, de acuerdo al reporte oficial, existirían alrededor de 40 mil hectáreas de cultivo de coca instaladas que podrían volverse a cosechar.

Con ese dato y en base a visitas de campo y entrevistas con técnicos y productores, Cabieses estima que el área en producción puede haber aumentado en un 20 %, y que en 1998 habían más de 68 mil has de cocales en producción y no 51 mil has como señala la fuente norteamericana. Habría entonces cerca de 82 mil hectáreas de cultivos de coca en producción.

La cocaína seguirá siendo alternativa de supervivencia para el campesino de la ceja de selva

¿Quién tiene la razón? Voceros de la embajada norteamericana en declaraciones recogidas por distintos medios de comunicación admiten que se están rehabilitando cocales y reconocen que aún no hay estadísticas al respecto. Por otro lado, el Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID) ha informado que recién a mediados de este año concluirá el mapeo aerofotográfico que permitirá determinar la superficie exacta de cocales diferenciando los que están en producción de los que han sido abandonados.

No hay pues información precisa por lo que, como señala Cabieses, nadie puede sostener que las cifras que maneja son exactas. Esta situación, más allá del impacto político que se obtiene exhibiendo resultados exitosos, impide conocer la magnitud del problema que hay que enfrentar para adoptar las políticas más adecuadas y destinar los recursos que realmente se requieren. Más aún cuando todos coinciden que el desarrollo alternativo es amenazado por el precio de la coca que sigue con tendencia al alza.

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Desarrollo alternativo ¿bajo qué condiciones?

El incremento de precios de la coca que se registra desde mediados de 1998 es sin duda alentado por la actuación de bandas de narcotraficantes que están encontrando nuevos mercados y rutas de salida para la droga, como lo muestra las toneladas de cocaína descubierta en las últimas semanas. Pero es también cierto que la producción de coca seguirá siendo una alternativa de sobrevivencia para el campesino mientras no encuentre mercados rentables para los productos sustitutos, como ha venido ocurriendo en los últimos años.

Precio promedio de la hoja de coca

No sólo se trata de los cultivos de consumo local o regional, sino también de los de exportación, que son los privilegiados por los programas ejecutados por diversos organismos en convenio contra drogas. El café orgánico, palmito de pijuayo, camucamu y varios otros podrán tener gran potencial exportador, pero apostar sólo a ellos implica adoptar medidas para que los productores puedan sortear las coyunturas de bajos precios en el mercado internacional, como ha ocurrido con el café, y está ocurriendo con el palmito de pijuayo. Los cultivadores de palmito del Alto Huallaga ahora mismo no tienen a quién vender sus cosechas porque las dos plantas procesadoras dejaron de comprarles la producción.

Hace ya varios meses el Ministro de Agricultura habló de la posibilidad de establecer un sistema de precios de refugio o garantía para sortear las coyunturas de bajos precios en el mercado internacional. La medida podría alcanzar también a los productos destinados al mercado local, pero las decisiones no se toman porque sigue predominando la idea de que este tipo de medidas no son compatibles con los principios del libre mercado.

El mismo criterio que se aplica, sin éxito, para que el crédito llegue a los agricultores. Recursos de AID US$5 millones para el desarrollo alternativo fueron canalizados a través del hoy liquidado banco Banex con el fin de financiar la producción de cultivos sustitutos.

La práctica ha demostrado que no funcionó porque muy pocos fueron los agricultores que llegaron calificar como sujetos de créditos. Así, el Consorcio Winrock, que ejecuta programas de desarrollo, también con recursos de AID, tuvo que crear fondos rotatorios para cumplir con sus metas y objetivos porque sus beneficiarios no eran capaces de cumplir con los requisitos exigidos por la desaparecida entidad financiera.

Ahora los recursos de AID destinados a financiar proyectos productivos alternativos en las zonas cocaleras serán transferidos al Banco Nuevo Mundo, entidad que asume la nada fácil tarea de cobrar la cartera que deja su fracasado antecesor. A través del nuevo banco AID canalizaría este año otra línea por 3 y medio millones de dólares, pero ¿qué garantía hay de que esta vez funcione? Ya es casi consenso que se requiere tomar medidas especiales para que el crédito llegue al campo en condiciones y oportunidad adecuadas a su situación de riesgo.

El Seguro Agrario y el Fondo de Garantía son algunos de estos instrumentos también pendientes para promover el desarrollo alternativo de las zonas cocaleras.

HPsis www.cocaina.es
2009

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